Cuando las cosas no van bien, tendemos a amargarnos y a sentirnos frustrados, pero lo cierto es que cada día es una nueva oportunidad, un cuadro en blanco que podemos llenar con los colores y las formas que más nos apetezca. Está en tus manos aprovechar cada día como si fuese el último y dejar las malas rachas en el pasado.
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